¡Bienvenidos una semana más a una nueva publicación! Como viene siendo habitual, hoy hablaremos, como habéis visto en el título, sobre un pedagogo musical perteneciente a la rama de los métodos activos, más concretamente se trata de Edgar Willems.
Este autor nació en Lanaken (Bélgica), el 13 de octubre de 1890, pero desarrolló su labor pedagógica y musical en Suiza. Fue sin duda uno de los grandes pedagogos del siglo XX. Percibió la importancia de la educación musical infantil y dedicó todo su esfuerzo a desarrollar una metodología progresiva y eficaz que permitiera a cualquier niño, aún sin dotes especiales, descubrir su potencial musical y creativo, y disfrutar de los beneficios de la música. Hasta ese momento, un alto porcentaje de los niños que accedían a los estudios musicales en los Conservatorios abandonaban sus estudios desesperanzados y no conseguían terminarlos a causa de la excesiva aridez del sistema tradicional.
Durante la Guerra Mundial, del 1914-1918, fue cuando Edgar Willems (1890-1978), comenzó a realizar la visión y concepción que inspirarían de 1925 a la fecha de su muerte, su vida de investigador, pedagogo e iniciador de una obra y una actividad profundamente humana y adaptada en particular a la época que vivimos.
En el método Willems hay una característica integradora de las obras pedagógicas precedentes. Willems conoció los trabajos de Dalcroze el cual le dedica el prólogo del primer tomo de “L’oreille musicale”, tuvo relación con sus contemporáneos Orff, Kodály y Bartók; más tarde (1950) con Martenot y Mme. Barde, y en los años 70, con los métodos como el instrumental de Suzuki, etc. Conociendo todas estas aportaciones e integrando lo más adecuado de cada una al contenido filosófico y humano de su concepción, y a sus hallazgos personales, se ha ido conformando lo que en la actualidad es el método Willems.
Uno de los logros fundamentales de Edgar Willems fue el de establecer las bases de una educación musical que favoreciese el desarrollo del niño. Partiendo del conocimiento del propio ser humano, de los nexos entre los fenómenos musicales y la propia vida, Willems plantea una educación musical accesible a todos los niños, idealmente desde edades tempranas. Se busca la alegría de descubrir el lenguaje de la música, logrando un desarrollo a nivel sensorial, afectivo y mental, sin recurrir en ningún momento a elementos ‘extramusicales’ como los colores.
La pedagogía Willems tomó la audición como punto de partida para aprender música, ya que con ella se puede "despertar" el oído musical. Pero no lo hizo desde una concepción clásica, sino diferenciando tres tipos: sensorial (cómo se reacciona ante el sonido), mental (armonía, polifonía) y afectiva (la melodía). Además hay que tener en cuenta:
- Las actividades debían ser motivadoras, divertidas, diversas y primaba el juego (relacionado con cuestiones musicales).
- Prevalece el uso de los elementos naturales y se prescinde de aquellos que puedan distraer, como juguetes.
- Los niños tenían libertad plena para desarrollar su imaginación y creatividad.
- Cada sesión se entendía como un proceso en el que el alumno, poco a poco, va desarrollando su oído y la sensibilidad auditiva.
- El canto era la base para el aprendizaje de un instrumento, ya que contribuía a entender las notas, las melodías, las partituras... Cuanto más interiorizada estaba la música, era más sencilla luego poder interpretarla.
- 1er grado: revelar-descubrir-vivir-sembrar.
- 2º grado: la asociación del sonido con los grafismos.
- 3er grado: presolfeico y preinstrumental: la ordenación de los elementos (notas, intervalos, etc.). Empezar a tomar conciencia.
- 4º grado: solfeo vivo, canto coral y estudio de un instrumento.
Magnífico!!!
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